You’re the smartest guy I ever met…Últimamente todo es profecía en ‘Breaking Bad’. Las últimas palabras de Hank cuando ha aceptado su destino resuenan en cómo Walter White se enfrenta al suyo en el devenir del episodio. Porque no hay nada más efectivo que la comparativa de contrastes y es algo que en esta serie manejan con una brillantez dolorosa; porque no existe diferente adjetivo que pueda asociar a ese flashback inicial, esa mirada a todo aquello que ya no existe, que ha ido desvaneciéndose poco a poco con el tiempo. Que, tras este Ozymandias, ha acabado finalmente por perderse. Ese cariño oculto entre los rifirrafes de Walter y Jesse, esa llamada telefónica en la que las mentiras aún no habían empezado a derrumbar aquello que por entonces motivaba a Walter, ese Jesse despreocupado haciendo el jedi al fondo del plano… Crack. Primer pedazo de corazón.
…and you’re too stupid to see he made up his mind ten minutes ago.

Metáforas. Todo son metáforas. No querer ver su reflejo; quedarse sin gasolina; arrastrar su podrido dinero por el desierto cual escarabajo pelotero a ritmo de las significativas palabras de The Limeliters–sin advertir que sus viejos pantalones, lo poco que queda del viejo Walter, yacen polvorientos y perdidos sobre la arena; su reflejo sobre el agujero de bala en el coche. No es la primera vez que Rian Johnson dirige un capítulo de ‘Breaking Bad’ (aquel polémico bottle episode con la mosca es suyo, por ejemplo) y su habilidad con el plano vuelve aquí a convertir cada hito en aún más incisivo.

De nuevo en un arranque profético, Marie dejaba caer en sus exigencias de hablar con Skyler que Flynn –hoy más que nunca ya no es Walter Jr.- parecía que podía aguantar el fuerte; y vaya si lo aguanta. La puesta en escena y la construcción del punto álgido del episodio, de la temporada, de la serie y de las vidas de Walter, Skyler y Flynn dejan sin palabras. Esa representación gráfica del desmoronamiento absoluto es tan rabiosa, tan a bocajarro, tan fatídica, que es hasta grotesca. ¡¡Somos una familia!! Y el fin de todo llega con otra mueca del terror. Crack.
Mientras, cuando pensamos que Jesse no puede llegar más al fondo, llega Todd. Salvador y condena. Todd se imagina a si mismo buscando formas en las nubes junto a Lydia, y para eso necesita mucho azul cielo; uno que un Jesse apaleado física y emocionalmente puede proporcionarle. Todd nos engaña con sus formas amables, pero no es más que otro monstruo que sabe pegar donde duele. Crack.
Holly, con su pañal fresco y limpio, hace pucheros. Mamá. Mamá. Crack. Y los llantos del único pedacito puro de familia que le quedaban consiguen que Walter por fin acepte un destino que tendría que haber comprendido mucho antes; todos sus pecados no cabían en las maletas que tan frenéticamente llenaba con los trapos de su familia. Dejó ir a su dinero y ahora debía dejarles ir a ellos. Con una llamada de teléfono a dos niveles muere –se suicida- Walter y sólo quedan Heisenberg y su cáncer. Mientras en un nivel esas duras palabras grabadas por la policía exoneran a Skyler a los ojos del resto del universo, en el otro el dolor que refleja la cara de entendimiento de ella y la profundísima pena de él acaba la tarea. Crack. Crack. Bum. Hacía mucho que una ficción no me hacía sentir así. Bryan Cranston se ha ganado un cielo que Walter ya jamás pisará.
Walter espera con las losas del pasado a sus espaldas (no caben ni siquiera en sus propias maletas), se sube a aquel coche que podría haber cambiado el destino de Jesse y tampoco cambiará el suyo, y se aleja. Bueno, su reflejo. Un mero reflejo de lo que era nos deja atrás.
Goodbye, Walter.
Hello, Carol.
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La noticia 'Breaking Bad 5x14', say goodbye to everyone fue publicada originalmente en Vayatele por Adriana Izquierdo.
